Justicia caliente en Chile

 

 

«Formamos parte del espacio cultural donde vivimos, tenemos un modo de ver y pensar no declamatorio, y nuestros diseños tienen reflexiones urbanas pues son excusas para proyectos de escala ciudadana. Además, hemos tenido poca oportunidad de equivocarnos» (Periódico La Nación, Miércoles 30 de Abril de 2003).

 

 

 

El arquitecto argentino Marcelo Vila, pronunció esta frase desafortunada y displicente con ocasión de la adjudicación del proyecto de diseño del edificio del Centro de Justicia de Santiago de Chile. Cinco años después al término de la obra, se la tendría que comer junto a los chilenos: Estudio Cristián Boza y Asociados, y Álvarez-Grosso-Miranda (en calidad de estudio asociado). Vila, junto a los arquitectos Adrián Sebastián, Daniel Miranda y Sergio Grosso (que vieron con nitidez la voluntad de aplicar los criterios mencionados), fueron los que finalmente se adjudicaron la licitación para construir el Megaproyecto en conjunto, ese año.

 

El resultado del trabajo de esta enorme Co-producción chileno-argentina, patrocinado por el Ministerio de Obras Públicas de Chile (MOP), es un reflejo del grado de mediocridad que hemos alcanzado como sociedad.

 

La ausencia de arquitectura en la ciudad de Santiago, ha hecho que todos los proyectos patrocinados a partir del gobierno de Ricardo Lagos sean un fiasco. Las viviendas sociales llamadas “Copeva” (ex Pérez Yoma) son verdaderos Guetos invivibles que terminaron desarmándose solos. Las cárceles, proyectadas, nunca se construyeron y las que lograron ponerse de pié no funcionan. La construcción de escuelas es otro escándalo, por no nombrar las estaciones del metro, francamente inadecuadas y con soluciones como la estación de Quinta Normal que fue construida seis cuadras más abajo de las necesidades reales de la gente. La «arquitectura» del aeropuerto es una vergüenza, hubo que quitarle el segundo piso para que los pasajeros no se ahogaran por lo bajo del techo, etc. Todos estos ejemplos nos demuestran  la escasa visión en construcciones útiles para el Estado de Chile, miopía con un grado de beneficio personal más que una visión país.

 

En un remedo de arquitectura los edificios se han cubierto de vidrios y espejos,  como dice Borja Huidobro: “La falta de arquitectura se oculta tras los espejos”.

 

Son copias baratas de los diseños de Mies Van der Rohe, hechos hace más de medio siglo atrás. Nadie pensó, al copiar, que el lugar era totalmente inadecuado e inseguro para instalar un centro de justicia donde deben comparecer reos para ser juzgados; nadie pensó en la seguridad de jueces y testigos que tienen que usar los mismos accesos que utilizan los reos y sus familiares; nadie pensó en los estacionamientos que no darán abasto cuando el edificio trabaje al 100%. Nadie pensó en las cosas que hay que pensar cuando se construyen centros de justicia.

 

 

Al parecer pensaron en un “Mall” donde la justicia era exhibida en vitrinas.  Nadie pensó en las personas que deben trabajar frente a los vidrios  con 30 grados centígrados en el exterior del edificio que se convierten, en el interior del museo de vidrio, en 45 grados. Esta apariencia de arquitectura resulta sumamente cara porque requiere de una enorme inversión y gasto mensual en refrigeración en verano y calefacción en invierno, costo que no aparece en las licitaciones, y que luego nadie está dispuesto a pagar. Pero como se trata de un error, no de ignorancia o soborno, no hay culpables. Nadie es responsable, además se ha encontrado una solución rápida y económica: se abandona el lado del edificio donde entra el sol en verano, agrupando la gente al lado de la sombra, y en el invierno se utiliza la parte soleada. Algo incómodo para algunos, !pero qué diablos! Increíble.

  

El diario El Mercurio en su artículo: Edificios vacíos hace meses: ¿Hay un “elefante blanco en el poder judicial?, 6 de abril de 2008, culpa de este desastre a los funcionarios del MOP, al gobierno de Bachelet y a la empresa de climatización Cintec S.A. Aquí el engranaje desinformativo actúa de forma maravillosa, como lo saben hacer los neo-periodistas obreros del sistema.

 

¿Qué culpa pueden tener los funcionarios del MOP? Vestidos con sus pantaloncitos Docker´s color beige, camisita celeste Polo y empinados sobre sus zapaticos Nautica; son provincianos apabullados solo al entrar en las oficinas de los arquitectos, esa de comodoro Rivadavia 1717 en Buenos Aires. Sin voz y con oídos sumisos deben haber escuchado la larga presentación del proyecto que daría un prestigio enorme al gobierno de Chile, su ministerio y al funcionario MOP de turno. ¿Que podían decir frente a un proyecto que ya estaba cocinado? Nada, más que dar el visto bueno.

 

Pero se supone que los que hacen los estudios técnicos, son los que “saben” fiscalizar los proyectos para dar la seguridad, que pide el gobierno y todos los chilenos, que los dineros fiscales serán debidamente invertidos. Nada de esto ha sucedido con el MOP, donde sus ingenieros y arquitectos no parecen haber trabajado en una labor técnica fiscalizadora.  Nada de esto toca el artículo de El Mercurio, de hecho no menciona para nada los nombres de los señores antes mencionados. La razón, son dos las mas evidentes. La primera: el periódico no pierde tiempo en culpar a un ministerio que se encarga el mismo de su propio desprestigio. Cada obra que proyecta es un escándalo económico, de ingeniería, de construcción y ahora de arquitectura. 

La segunda y más importante: las empresas constructoras son las que pagan por avisos doble página en el diario o hacen los suplementos de construcción. Ahí están los verdaderos “Elefantes Blancos”, intocables y escondidos tras sus oficinas bien acondicionadas, bien proyectadas, bien pensadas. ¿Para qué? Para vender una ilusión de profesionalismo, espejismo que queda al descubierto cada vez que sale el Sol.

 

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